No faltaba el que lo cuchareaba a escondidas, el que se lo tomaba con grumos, casi sin revolver o el que buscaba en el tarro hasta poder encontrar el juguete de regalo.
Son las únicas que no se pierden ningún cumpleaños o celebración, son las que nos acompañan después del gym, en el break o en las juntas con familiares y amigos, donde todos se pelean por las últimas migas de su envase.
Si para muchos el pan con manjar es un clásico de la niñez y de la vida, en Europa por los años 40 el pan con cacao era un rito sagrado de todo desayuno.